Comprar a productores locales, dar preferencia a productos orgánicos, evitar los productos ultraprocesados y disminuir el uso de embalajes de plástico. El público consumidor se está adhiriendo a una serie de hábitos en búsqueda de una alimentación más saludable, tanto para sí mismo como para el planeta. Los clientes también buscan cada vez más establecimientos que compartan sus mismos valores de responsabilidad ambiental. Pero ¿cómo se puede practicar la sustentabilidad dentro de una cocina comercial?


Lamentablemente, al menos el 30 % de las emisiones de gases del efecto invernaderos están relacionadas con el sector de la alimentación. Para cambiar esta situación, es necesario cuestionar las prácticas automáticas y adoptar una postura consciente. Un buen punto de partida es seguir la regla de las 5 R: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y recoger, como se explica a continuación.



Rechazar: cuestiónate si la compra es realmente necesaria para el negocio. Eliminar productos descartables y buscar soluciones alternativas puede sorprender a los consumidores y resaltar tu cocina. Es preferible adquirir ingredientes (siempre que sea posible, de estación) de productores locales para evitar el transporte con combustibles fósiles. Si es posible, invierte en una huerta organiza, ya que cocinar con ingredientes cultivados internamente no solo garantiza la calidad en todo el proceso, sino que también es un incentivo para la fidelización de los consumidores.


Reducir: evita compras por impulso y planifica el abastecimiento con anterioridad, lo que disminuye al máximo el consumo de embalajes plásticos o de cartón. Cuidar del consumo energético también es fundamental. 


Reutilizar: aprovecha al máximo lo que compras y prioriza artículos duraderos. Además, piensa en reutilizar productos usados. Pequeños cambios, como utilizar papeles usados como bloc de notas, utilizar botellas de vidrio para proyectos de decoración o darles nuevos propósitos a los muebles sin uso, pueden marcar una gran diferencia.


Reciclar: los residuos deben estar destinados al reciclaje, es decir, deben ingresar a un nuevo ciclo de producción. La separación adecuada de los residuos es esencial, lo que facilita el proceso de reciclado para la creación de nuevos productos. Por ejemplo, las botellas PET se pueden transformar en tejados y las llantas usadas se pueden convertir en compuesto para asfalto. Las posibilidades son diversas.


Recoger:
si el reciclado, por lo general, está más asociado a los residuos secos, los residuos orgánicos también ofrecen muchas alternativas de reaprovechamiento. Las cáscaras de frutas, la borra del café y las virutas de hierba y plantas se pueden convertir en un potente biofertilizante para plantas y jardines cuando se procesan en un cubo de compostaje. El uso en la cocina de las partes que se consideran menos nobles en determinados alimentos también puede generar innovaciones: los tallos, cáscaras y hojas se pueden utilizar para dar sabor o incluso como protagonistas de recetas.


Recuerda que cada paso es importante. ¡Cuenta con Tramontina Hospitality a la hora de equipar tu cocina con eficacia y sustentabilidad!

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